Según se acerca el amanecer de un nuevo día, la oscuridad de la noche es reemplazada lentamente por un brillo de luz que se hace más fuerte y brillante. Un nuevo día amanece, y con ese día llega la esperanza y promesa de nuevos comienzos y oportunidades.
Al abrazar el nuevo día, recuerdo las palabras de Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Al recordar estas palabras, sigo el ejemplo de Jesús y vivo en la luz de la sabiduría de Dios. Dejo que esta enseñanza viva en mí cada día. Este es un nuevo día y un nuevo comienzo para mí.
El espíritu de Dios surge en mí para ser parte de todo lo que hago. Tengo mucho que dar y recibir hoy.