En la soledad de la oración

En la soledad de la oración   Al cerrar los ojos y mis pensamientos a la actividad del mundo a mi alrededor, acudo al centro de mi ser, donde reside el espíritu de Dios.

En la soledad de la oración, estoy en contacto ncon la realidad eterna de Dios.

Un sentimiento de paz embarga todo mi cuerpo, y toda tensión se disipa. En serenidad y tranquilidad absoluta, sé quién soy verdaderamente: un ser espiritual que no puede ser limitado por tiempo, espacio o condiciones. Comprendo que ya no necesito reaccionar al tiempo como la fuerza que gobierna mi vida.

En realidad que es Dios, hay una eternidad en la cual la vida es una expresión eterna de un plan divino. Mis seres queridos y yo somos parte de ese plan, y saber que esto me proporciona una gran paz.