El perdón

El perdónSe ha hablado mucho del perdón: sacerdotes, psicólogos, filósofos, políticos y expertos en derechos humanos, entre otros, han hecho sus aportes. En toda guerra, en toda manifestación de violencia, el perdón es tema obligado. 

Pero, ¿qué es perdonar? Avanzaré por lo negativo para que se vea mejor. En primer lugar, no es borrar la falta como si nada hubiera sucedido. El hecho queda registrado en la historia y por tal razón el pasado siempre está vivo en la memoria que nos determina. La absolución total y radical sólo existe en la ilusión de lo sobrenatural.

Como consecuencia de lo anterior, perdonar no es olvidar. El perdón no es amnesia enfermiza. Además, no sería adaptativo borrar al infractor de nuestra base de datos y quedar, por ingenuidad, librados a un nuevo ataque. Un punto adicional: si dejáramos de recordar, ¿qué pasaría con las víctimas?, ¿no sería inmoral desconocerlas y echarlas al olvido?

El perdón tampoco se fundamenta en la clemencia (no somos jueces de quien nos hiere), ni en la compasión (perdonar es mucho más que sentir lástima). Y lo más importante: la decisión de perdonar no implica doblegarse, resignarse al agravio y abandonar la sanción.

Si no se trata de redimir pecados, al menos para los que no estamos autorizados, entonces, ¿qué es perdonar?: es dejar de odiar, acabar con el rencor y el deseo de venganza.

¿Existe el "derecho a no perdonar" y a mantenerse firme en el odio como una forma de motivación? Obviamente, sí. ¿Pero de qué sirve? No necesitamos el odio para recordar lo malo o aplicar justicia.

Entonces: ¿deberíamos perdonar al que no se arrepiente ni solicita el perdón, y así mismo continúa agrediéndonos?. Desde la óptica presentada aquí, podríamos perdonar cualquier cosa, si realmente deseáramos hacerlo.

Me pregunto, por ejemplo, si la labor de Simon Wiesenthal (un judío sobreviviente de los campos de concentración nazi), al identificar y capturar criminales de guerra pertenecientes a la SS, estaba motivada más en el odio que en la justicia. Aparentemente no, porque el odio lo hubiera matado mucho antes de dar con el primer criminal.

Los dilemas éticos y psicológicos que plantea al perdón son innumerables. Pero aún así, queda claro que el perdón no deroga la falta, ni promueve la indiferencia, ni pretende doblegar la lucha por los ideales: sencillamente, se trata de expulsar el odio. Perdonar, es exorcizar la mente sin anular los principios.

También parece haber acuerdo en que las víctimas son las únicas que están autorizadas moralmente para conceder el perdón: "Te retiro mi odio, me sacudo de él, y aunque no podamos ser amigos, te obsequio el perdón para que ambos podamos vivir en paz". ¡Doble regalo!

Jankélévitch decía que mientras el error se disculpa, la maldad se perdona. Quizás por eso, perdonar, en los términos que señalé, es para valientes. ¿Qué otra cosa puede ser amar a los enemigos? "Me pregunto si lo que mueve a las perseverantes madres de la Plaza de Mayo, estemos o no de acuerdo con ellas, es el odio por los militares golpistas o la necesidad razonada, imperiosa y vital de recuperar a los suyos: ¿Justicia o venganza?".

Fuente : Comentarios sobre el vivir