L a vida provee muchas oportunidades para celebrar: cumpleaños, días de fiesta, matrimonios, nacimientos, graduaciones, promociones y más. Aun durante momentos rutinarios, existen oportunidades para celebrar. Cada día puedo honrar y alabar a Dios  y el poder de Dios que mora en mí.

Puede que encuentre difícil celebrar en momentos de tristeza. De ser así, recuerdo que celebrar no quiere decir hacer una fiesta o sentirme feliz. Celebro cuando veo a Dios en todas las cosas y cuando confío en el orden divino que obra en mi vida y en las vidas de los demás. Alabo a Dios diariamente a medida que practico mi fe y celebro cada momento de la vida como un regalo. Determino celebrar a Dios en todo lo que hago y por todo lo que yo soy.

1 Corintios 10:31 Háganlo todo para la gloria de Dios.