Dios está presente en todas partes y en todo. Vivo en la presencia de Dios. No puedo estar donde Dios no esté porque todo es energía divina. La oración me permite reconocer la Presencia en mí y me da la oportunidad de explorar esa unión. Gracias a la oración, experimento mi unidad.

Paso tiempo en oración cada día, así como hago tiempo para estar con un buen amigo o un ser querido. Mi fe se fortalece cada vez que reconozco la Presencia. Me dirijo a mi interior y comulgo con mi Fuente en silencio. Recuerdo que nunca estoy solo. Pertenezco a algo mayor, y la oración me ayuda a recordar esta verdad. Comparto un vínculo divino con toda la creación. Cada uno de nosotros es parte de Dios, unidos por el amor.