La obesidad infantil

La obesidad infantil   Cuando vemos un niñito gordito nos provoca apretarle los cachetes. Pensamos que mientras más grandes los tienen, más saludable es. Pero la realidad es que uno de cada tres niños sufre o sufrirá de obesidad infantil, una condición crónica que en muchos casos ocasiona daños irreversibles.

Hay muchas razones para el alarmante crecimiento en el número de niños obesos, pero las más comunes son la reducción de programas de educación física en las escuelas, la sustitución de los juegos tradicionales por las horas frente al televisor o a la computadora y las comidas rápidas poco nutritivas, repletas de grasas.

La obesidad infantil puede causar enfermedades como presión sanguínea alta, problemas respiratorios, enfermedades cardíacas, algunos tipos de cáncer y diabetes tipo dos.

Esta última, que solía ser una enfermedad de adultos, afecta actualmente a los niños obesos. Ocurre cuando las células de una persona resisten la insulina, lo que causa que se acumule la azúcar en la sangre. Sin tratamiento adecuado, esta condición puede afectar la circulación en menos de 10 años y puede causar complicaciones en los riñones, ceguera, amputaciones, ataques cardíacos y derrames cerebrales.

Además, los niños que sufren de obesidad crónica son más propensos a ataques cardíacos y derrames cerebrales.

¿Qué puede hacer si piensa que su hijo está al borde de la obesidad?

-Pídale a su pediatra o nutricionista información sobre la alimentación apropiada para la edad de su hijo.
-Limite su tiempo frente al televisor y promueva más horas de ejercicio físico.
-Trate el tema con cautela: a veces los niños sufren más por la reacción de sus padres y seres queridos que por la misma gordura. Una depresión podría ser muy peligrosa.
-Evalúe constantemente su estado de ánimo. La depresión lo puede llevar a desórdenes alimentarios, como la bulimia nerviosa.
-Ponga énfasis en su salud, no en su gordura; y en más actividad física, en vez de menos comida.
-Demuéstrele su amor incondicional y se sentirá apoyado, no juzgado


 
Fuente : Mujerfutura