Reflexología o Reflexoterapia

Reflexologia o ReflexoterapiaLa reflexología, reflexoterapia o terapia zonal consiste en la estimulación de puntos sobre los pies, manos, nariz u orejas (llamados "zonas de reflejo"), basada en la creencia de que ese masaje tendría un efecto benéfico en un órgano situado en otro lugar del cuerpo.

Según los practicantes de la reflexoterapia, la digitopuntura (opresión en puntos concretos y bien especificados) puede aliviar numerosas dolencias, entre las que se pueden contar:

 

Zonas de reflexoterapia más comunes

Se denominan «elementos reflejos» o «zonas de reflejo» a todas aquellas partes del cuerpo que tienen una forma definida que se puede hacer asemejar al cuerpo entero: las manos, los pies, las orejas, el rostro, el cráneo, etc.

Reflexoterapia en los pies

Los reflexólogos afirman que ciertos puntos de los pies se vuelven más sensibles cuando existe alguna enfermedad en otro punto del cuerpo: el aumento del dolor en ciertos puntos de los pies indicaría la presencia de la dolencia, y el masaje en dichos puntos la aliviaría. Por eso la reflexoterapia no es un simple masaje de placer, ya que suele producir dolor cuando el masajista presiona sobre los puntos doloridos del pie.

La reflexoterapia es una ayuda terapéutica, no un remedio definitivo, y puede complementar la acción de los fármacos. En general el creyente en la reflexoterapia también la combina con terapia floral (flores de Bach).

Reflexoterapia en la nariz

Los puntos reflexológicos del interior de la nariz están situados en las zonas anterior, media y posterior de los cornetes medio e inferior:

Cómo actúa la reflexología

La justificación de la reflexología proviene de la acupuntura (antigua técnica china), la cual afirma que el hombre posee una energía invisible e inmensurable, el chi, que circula por unos canales llamados meridianos. En estos canales se encuentran unos puntos precisos que se pinchan con agujas ―o, en el caso de la reflexoterapia, se masajean y oprimen― para regular la circulación de esa energía. Cuando esa energía se estanca dentro de un órgano o en algún punto del trayecto, se produce un desequilibrio capaz de repercutir a la larga sobre sus funciones orgánicas y producir una enfermedad.