¿Es usted agresiva?

¿Es usted agresiva?   Es un impulso innato o una cualidad adquirida socialmente. No hay unanimidad a la hora de juzgar cuál es el origen y los motivos de la agresividad. Ni siquiera hay un criterio único para considerarla. 

Hay quienes opinan que es una propiedad absolutamente perniciosa y hay quienes afirman que gracias a ella el individuo es capaz de superarse personal y colectivamente.

Existen dos teorías que conviven paralelamente. La primera, que se apoya en la biología, afirma que la agresividad es un instinto innato y espontáneo como se comprueba en las demás especies animales.

La segunda, la culturalista, explica que, aunque la agresividad pueda ser espontánea y condicionada por la herencia genética, el factor más determinante es el aprendizaje.

Obviando la posible intervención biológica, lo cierto es que la agresividad puede aprenderse y desaprenderse, afirman los especialistas.

Hasta cierto punto, la sociedad ha premiado las conductas agresivas. Desde la infancia, los individuos están sometidos a una enorme presión que favorece la individualidad por encima de la colectividad. Los niños y las niñas son incitados a ser los y las mejores. Muchas veces a toda costa. Para ello deben enfrentarse los unos a los otros.

Quizá, individualmente, no se ha estimulado al niño o a la niña en este sentido. Pero, irremediablemente, existe una tendencia a adaptarse al entorno. En contextos agresivos, la respuesta inmediata suele ser la hostilidad.

¿Cuándo puede ser positiva?

Hay especialistas que han valorado un cierto grado de agresividad: aquel que nos permite batallar por los objetivos. No se confunda. Puede defender sus intereses de muchas formas. No hace falta que recurra a la hostilidad.

Hay que distinguir entre la agresión física y la psíquica. Entre adultos, las embestidas físicas son poco frecuentes. En cambio, los ataques verbales se han convertido en una recurrente forma de comunicación.

Seguro que no es imprescindible que recurra a la violencia verbal para defender sus opiniones. Si no logra convencer a su interlocutor a través de la razón, quizá no sea el interlocutor correcto.

Si usted cree es una persona muy agresiva y que ya no lo controla, consulte a su especialista.