Mi mente crea imágenes poderosas que dan forma a cómo llevo mi vida. Gracias al poder del Espíritu, tengo la habilidad de crear conscientemente la vida que deseo con cada pensamiento y acción. Así que elijo llenar mis días con imágenes de una vida saludable y próspera.

Visualizo una idea de bien más allá de lo que mis ojos ven en el mundo físico. Al confiar en que la sabiduría divina me revelará cada paso del camino, manifiesto el bien que he imaginado. La fe me asegura que lo que no se ve permanece cierto. Permito que el bien se desenvuelva sin preocuparme acerca de apariencias temporales ni aferrarme a un resultado específico. El poder del Espíritu por medio de mí es poderoso para manifestar el bien que imagino.