Un árbol está protegido de ser derribado por el viento en un día lluvioso si sus raíces están plantadas firmemente en la tierra. Las ramas se mueven con el viento y el árbol puede que se doble, pero no se parte. Absorbe los rayos del sol al igual que resiste el viento y la lluvia. Mis raíces espirituales están plantadas en Dios y me ayudan a afrontar y superar las tormentas de la vida.

Estoy seguro de que el poder de Dios me protege. Agradecido, absorbo esa luz divina y dejo que brille desde mi interior. El continuo amparo de Dios es mi santuario. Me lleva a proteger mi cuerpo con buena nutrición y ejercicios. Protejo mi mente de pensamientos angustiantes mediante la oración, la meditación y la lectura inspiracional. Con Dios estoy a salvo.