Siento más empatía por quienes me han hecho daño cuando recuerdo las veces que yo mismo he causado daño. Recuerdo el arrepentimiento y el alivio que sentí al ser perdonado. Esos recuerdos disparan mi compasión y ahora me hacen más fácil el perdonar. Comienzo dirigiendo mi conciencia desde mi cabeza hacia el amor de mi corazón.

Envío una suave ola de comprensión y perdón a través de mi cuerpo, sabiendo que, así como yo estoy haciendo lo mejor que puedo, de la misma forma lo están haciendo los demás. Acepto que no puedo cambiar lo que otros hagan o digan. Me enfoco más bien en ser paciente y amable. Cuando se me hace más fácil escoger el perdón, más puedo ayudar a que el mundo sea un lugar amable y compasivo.