Matrimonio

matrimonioConozco a “X” matrimonio desde hace más de veinte años. ¿Cómo podría describir al marido? Si alguien ha encontrado una buena persona, que la eleve a la enésima potencia y obtendrá su retrato.

A la mujer la saludé la primera vez con ocasión de un episodio realmente azaroso que merece la pena recordar porque es un verdadero test de su temperamento.

Absoluto estoicismo Una tarde nos habíamos reunido a tomar café en su casa un grupo de amigos. El servicio se colocó sobre una mesa de cristal bastante grande que tenía en su base otra luna de idénticas dimensiones, donde descansaban plácidamente unas flores de porcelana muy bien labradas que habían coleccionado en algunos viajes.

Cuando la tertulia estaba más animada, quise tener una atención con quien tenía a mi derecha y me dispuse a acercarle el azucarero. La maniobra no pudo ser más torpe y desafortunada porque apoyé la mano izquierda sobre la mesa y cargué todo el peso sobre ese brazo mientras con el otro tomaba el azúcar.

En ese momento se produjo la catástrofe: cedió el cristal de arriba y se derrumbó hecho añicos sobre la colección de flores de porcelana. Sólo cuatro o cinco se salvaron del desplome.

Amable benevolencia Inmediatamente el marido pidió auxilio a su mujer para recomponer la situación verdaderamente dramática y en ese momento fue cuando la conocí.

Abrió la puerta y, cuando mis ojos expectantes esperaban una mueca de horror, me encontré con un gesto de absoluto estoicismo. Allí no había ocurrido nada, ni había que lamentar ningún pesar, parecía lógico que todos los días destrozaran una mesa y mutilaran definitivamente una colección escogida con cariño.

Ya he presentado a los protagonistas. He seguido el trato con ellos, gracias a su amable benevolencia, cada vez con mayor intimidad. Se quieren mucho y tengo sobradas pruebas de ello.

Suelo gastarles algunas bromas, mezcladas de vez en cuando con un dardo envenenado.¿Se lo merecen? Vamos a verlo.

Explícita y sencilla Ayer me encontré a ella con una ojeras hasta la nuca y con la cara demacrada. Era consciente de que llevaba muchos días con distintas fiestas familiares donde concurrían hijos, nueras, nietos, novias de hijos etc.

El remate era una cena con amigos a la que asistimos dieciocho personas. Al verla, sin más preámbulos, la insistí con cara seria: - A ver si haces el favor de cuidarte y descansar. Me miró de arriba abajo y, sin descomponer un músculo de la cara, me contestó con una pregunta:
    
- ¿Qué puedo hacer? Hasta aquí todo podría ser normal, pero dos pasos más adelante me encontré con el marido y volví a la carga: - A ver si cuidas a tu mujer que tiene una cara... Su respuesta fue tan explícita como sencilla: - Es que ayer se tomó un huevo frito y ya sabes que su vesícula no anda muy bien...
 
Constante desvelo Los hombres estamos ciegos y no nos enteramos de casi nada. La mayoría de las veces no somos conscientes de lo que significa la brega de una casa, las decisiones que toma una mujer a lo largo del día, las gestiones que realiza, el constante desvelo por atender a los frentes más variados: El hijo que pide dinero,la lavadora que se ha estropeado, la ropa que espera la plancha, los menús de desayuno, comida, merienda y cena de 365 días del año, el "tacón" y el maquillaje para acompañar al marido, la atención a los amigos. Ya se ve que el tema no es tan simple como haberse tomado a destiempo un huevo frito

Descubrir el motivo No es falta de cariño, cuidado o deseo de agradar. Es algo mucho más elemental: miramos pero no vemos. De ordinario, lamentablemente, los hombres son así. No se pueden pedir peras al olmo.

¿Qué se puede hacer? Por parte del marido, en primer lugar: saber leer la cara de la mujer. No fiarse de las apariencias porque son consumadas actrices y simulan cuanto quieren. Hay que mirar debajo del maquillaje para descubrir el verdadero motivo de ese cansancio o aquél mal humor.

Resulta chocante que descubramos la causa cuando han pasados tres días o una semana. El paso siguiente es poner el remedio para paliar ese cansancio. No vale disculparse pensando que no se nos ocurre nada: el amor es imaginativo, creativo y sabe inventar recursos cuando se hace un serio esfuerzo.

Habrá que estimular a los hijos a que ayuden, no proporcionar nuevas cargas, simplificar las tareas, salir de casa para distraerse, aumentar el servicio... Leer sus deseos Es cuestión de aplicar un celo paralelo al que utilizamos en sacar adelante los temas profesionales. La mujer dirá que no necesita nada, pero debemos estar precavidos porque es una disculpa de oficio pues suele molestarle mucho que la compadezcan.

Lo que más aprecian es que adivinemos su pensamiento, pero somos unos solemnes analfabetos para leer sus más profundos deseos. Por su parte, la mujer ha de actuar con una idea básica: cultivar el arte de pedir ayuda y dejar que se la presten. Reclamarla sin pudores, sin paliativos, con descaro, con exigencia. Si no lo hacen así, los demás no se enteran. Los hombres son poco amigos de la adivinanza. Es posible que el día que se rompa el cuerpo y se parta el alma nos llevemos las manos a la cabeza y con aire de disgusto pontifiquemos: ya lo decía yo, le sientan muy mal los huevos fritos.

Fuente : Familia.cl

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