La Convivencia con un adolescente

adolescente rebeldeLa familia es la unión y el desarrollo de valores que se aprenden a partir del vínculo familiar de cada uno, por eso el hogar no tiene por qué convertirse en campo de batalla donde padres e hijos adolescentes intercambien reproches amargamente, sino que se llegue a una conciliación valedera para ambas partes y eso se logra a partir del dialogo. Lo cierto es que un poco de buena disposición, sobre todo por parte de los progenitores, puede cambiar radicalmente los conflictos y evitar que sean mayores, encontrando soluciones equitativas.

Los simpáticos niños han crecido. Ya no hay gorritos ni serpentinas en la fiesta de cumpleaños, sino muchos jovencitos brincando al son de ritmos estridentes, si no es que el festejo se llevó a cabo en una disco o en casa de algún amigo, lejos de casa, de los padres donde las fiestas ya no son con piñata y sorpresas sino con diversiones diferentes como otro estilo de música, y porque no de otras bebidas como coctelitos...

La adolescencia es una de las etapas del desarrollo humano más complejas y difíciles, debido a que se presentan cambios físicos y de identidad en chicas y chicos, hecho que les hace ver de manera extraña al entorno. Su comportamiento es ambivalente y desespera a los progenitores, pues como han dejado de ser los "niños de la casa" se disgustan cuando sus padres se acercan (lo ven como una intromisión), pero también reclaman atenciones, es una etapa en la que se quiere tener la completa libertad de un adulto pero todavía se tienen que seguir bajo las reglas de papá y mamá; la adolescencia es una etapa de formación de valores donde se necesita de la suficiente atención por parte de los padres.

Como los padres se sienten en una etapa crítica y piensan que sus hijos se les escapan de las manos, es común que surjan pleitos debido a asuntos más bien triviales, pero irritantes, como falta de orden en la habitación, desacuerdos por el uso de pelo largo o demasiado corto y erizado con gel, la costumbre de vestir con ropa sucia o rota, largas sesiones de teléfono o Internet, incumplimiento de horarios y normas ya establecidas o negativa a salir de paseo con los papás.

Sin embargo, estos problemas pueden ser mucho más serios, como consumo imprudente de alcohol o consumo de drogas, por lo que la actitud de los padres debe ser cautelosa, ante todo, partir de la primicia de que un adolescente está definiéndose y que los "correctivos" tradicionales (restringir salidas, vigilar de cerca, suspender premios), tarde o temprano, tienen una respuesta contraria donde los chicos terminan por crear una barrera con los padres sin que exista ningún tipo de comunicación.

Más allá de temer a los problemas o sentirse culpables, los padres deben modificar su actitud y confiar en sí mismos para experimentar verdaderos cambios en su vida. En efecto, las fotografías del álbum familiar pueden reafirmar que antes existió un trato más estable y que el chico "ha cambiado mucho" y no es el chiquillo ni el adulto que se manifiesta su comportamiento. Aunque comúnmente se piensa que la solución radica en modificar la conducta del adolescente, lo más adecuado es que los progenitores asuman una de sus tareas más importantes: ayudar a sus hijos a tomar decisiones propias de manera responsable.

Hay que buscar un ángulo positivo, ya que los hijos pueden sorprender gratamente, y si bien es cierto que a esa edad los chicos pueden ser tramposos y egoístas, también son leales, osados, cariñosos y solidarios. La idea es no exigirles que sean como los padres quieren que sean, sino disfrutarlos tal como ellos son.

Serenidad y paciencia

Tener la certeza de que es posible manejar cada situación y contar con serenidad para actuar, es muy importante para que los padres detengan cada conflicto, grande o pequeño. Esta idea no es superflua, pues la autoconfianza hará cambiar la forma de enfrentar la situación conflictiva con el adolescente, en tanto que la incertidumbre obligará a un proceder con tropezones y descuidos.
    
Los padres deben ser pacientes y comprender los problemas desde la perspectiva de sus hijos, considerando que se encuentran en profunda etapa de cambios físicos y psicológicos, en la que descubren un mundo fascinante, pero agresivo. Además, deben recordar que todo joven es rebelde, pero también que las experiencias propias obligan a la reflexión y, en la gran mayoría de los casos, con el pasar de los años entablan una verdadera amistad con sus padres: todo adolescente tiene una fuerza interna que le impulsa a realizarse como ser humano.
 
A sabiendas de esto, los progenitores deben hablar desde ellos mismos, como seres humanos que sienten y piensan, que deben plantear y defender mediante el diálogo sus derechos y manifestar sus preocupaciones sin agredir. En fin, quién mejor que ellos para enseñar de esta forma principios de igualdad y respeto mutuo.

Así pues, uno de los principales factores para que el adolescente modifique su actitud rebelde es que los padres cambien el concepto que tienen sobre su hijo. Es común que un matrimonio crea que su hijo actúa en forma conflictiva porque así lo desea o debido a que es flojo, deshonesto, descuidado, inmaduro y, lo que es peor, porque no los quiere. El reto es darles confianza y hacer que crean en ellos mismos. Dudar de la capacidad de los hijos es alentarlos para que su comportamiento sea irresponsable; precisamente, las actitudes rebeldes responden a que los jóvenes temen convertirse en personas aptas para tomar decisiones y por ello siguen desempeñándose como chicos inmaduros.

Basta con hacer un comentario positivo sobre algo que hayan hecho o dicho los hijos para que éstos sepan que realmente importan. Felicitarlos por una buena nota en un examen, celebrar un gol del chico durante un partido de futbol, decirle a la joven lo bien que le queda el vestido que lleva puesto, son detalles que se valoran sobremanera. Estos gestos, realizados desde una relación de igualdad donde no haya amos ni esclavos, ayudan al adolescente a fortalecer su autoestima y a saber que puede cuidarse por sí mismo.

Fuente : Ciudadfutura/Israel Cortés

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